31 mayo 2007

El Vasa (Suecia)

A comienzos de los años 1620, Suecia se encontraba en guerra con Polonia, dentro de lo que sería la denominada la Guerra de los Treinta Años.

En el contexto de este conflicto, el Rey de Suecia, Gustavo Adolfo II, exigía de su flota de barcos un férreo control del Mar Báltico. Entonces, preocupado por el estado de su flota (que había perdido 10 barcos en una sola tormenta hacía muy poco), encargó la urgente construcción de cuatro barcos: dos grandes (135 pies de eslora) y dos pequeños (108 pies de eslora).

Cuenta la historia que el Rey, viendo que la construcción se demoraba, ordenó a los constructores una urgente terminación de al menos uno de los dos barcos más pequeños, pero junto con esa orden adjuntó nuevos requerimientos. Uno de los pedidos exigía que el barco tuvieran al menos 120 pies de eslora, lo que planteaba un problema para los constructores, ya que ya se había cortado la madera para construir los anteriores, y la medida que exigía el Rey estaba a mitad de camino entre ellos. Entonces, el constructor del barco no tuvo otra opción que tomar como base a uno de los barcos pequeños y agregarle una sección adicional. Ese sería el nacimiento del Vasa.

El Vasa


Por sucesivos pedidos del Rey, otras cosas se le fueron agregando al Vasa, entre ellos un nuevo puente de cañones, cosa que hacía al barco extremadamente pesado en su cubierta, pero que se confiaba poder contrarrestar con un lastre de piedras en el fondo del buque. Con estos agregados sería el barco más poderoso jamás construido.

Según se acostumbraba, antes de zarpar el barco debía pasar una prueba de estabilidad, que consistía básicamente en 30 marineros corriendo de lado a lado del buque varias veces. Cuando comenzó la prueba, y sólo luego de tres carreras de los marineros, el Vasa comenzó a moverse en forma alarmante, por lo que la prueba fue abortada. Irónicamente, ninguno de los jefes constructores del barco estaban presentes al momento de la prueba, por lo que, a pesar de las recomendaciones de los asistentes a la prueba, el Vasa fue de todas formas echado a flote.

Detalle de la popa del Vasa

El 10 de agosto de 1628, el Vasa (se llamaba así en honor a la dinastía a la que pertenecía el Rey) zarpó del puerto de Estocolmo. El día era apto para la navegación; sólo una leve brisa soplaba del sudoeste.

A menos de 1.000 metros de la costa, una ráfaga de viento sopló, lo que hizo que el barco se moviera en forma estrepitosa, y luego de algunos esfuerzos corrigiera el rumbo. Una segunda ráfaga sopló, y esta vez no hubo la misma suerte. El agua comenzó a entrar en forma abrupta por las cañoneras, y el Vasa, que podría haber sido la máquina de guerra más poderosa de su época, se hundió rápidamente.

El Vasa estuvo hundido en las aguas del Mar Báltico durante 333 años. El 24 de abril de 1961, luego de varios años de preparación, un grupo de expertos logró reflotarlo y colocarlo en un dique seco. Hoy en día, el Vasa, único barco sobreviviente del siglo XVII, se encuentra en el mismo lugar en un museo construido para él, y puede ser visitado.

Museo Vasa

29 mayo 2007

Vuelta de Asamblea y.......COPA!!!

Bueno, después de una licencia de un par de semanitas, volvieron las Asambleas al GV. Con ellas, volvieron las Copas. Si no, miren...













Salud GV!!!

22 mayo 2007

Estamos trabajando para Ud.

Bueno, luego del tan jodido período de venta de rifas, (jodido si los hay, eh?) acá andamos de vuelta con el blog. Si habrá sido jodido el período de venta, que hasta el blog lo sufrió, ya que en tres meses creo que metí cuatro entradas, un desastre...

Y el tema es que ahora, con el giro que va a dar el Grupo (o sea, la máxima de cada integrante va a pasar de ser una tendencia cuasi psicótica a venderle rifas hasta a los gatos de la vecina de al lado (nótese que por gatos me refiero a las mascotas, no a familiares directos) o al milico que lo lleva en cana por la noche luego de una trifulca, a una discusión un poco más feliz de si nos quedamos dos o tres días en Camboya, de que parte se hace libre, etc.) es necesario darle un giro también al blog. Entonces, voy a pasar de ser un amargado de la vida que se queja de que no le dejan rifas a la gente, a un tipo un poco más presentable que no se queje tanto y haga algo un poco más útil.

Lo que les planteo para esta segunda mitad del viaje es lo siguiente: yo tengo algunos conocidos que hicieron el viaje, y no pocos me han dicho que el viaje es mucho más disfrutable cuánto más se conoce sobre los lugares que se visitan. Entonces, la idea sería elegir de cada país las historias de algunos lugares de interés, de forma de saber qué se está viendo al momento de visitarlo. Para esto voy a armar una especie de itinerario, aún cuando todavía no esté definido el de nuestro viaje en sí.

Bueno, nada más. Por último, a modo ejemplo de más o menos lo que van a leer acá, les publico una cosita que escribí el año pasado sobre la historia de la República de Parva Domus. Salud

Casa chica, gran reposo

Hacia el año 1878, el territorio que hoy ocupa la República de la Parva Domus era una cuchilla con abundante vegetación silvestre. Existían por ese entonces en él unas habitaciones, construidas hacía demasiados años, con piso de tierra, paredes agrietadas y revoques impresentables; algunas tenían techo, otras no. Puede decirse que, con la excepción de pescadores y lavanderas, casi nadie visitaba estos parajes por entonces lejanos a la ciudad de Montevideo.

Un hombre, José Achinelli, aborígen o protoparvense (hombre del cual proceden todos los parvenses), concurría cada domingo a pescar en un lugar llamado Pesquero de los Viejos, luego de bajarse del tranvía a caballo que hasta allí llegaba. Cansado de las quejas de los pasajeros a los cuales molestaba constantemente al mover los enseres de pesca, intentó ubicar un lugar en las cercanías para depositarlos cuando dejaba el lugar. Se enteró entonces por Tomás de Tezanos que las construcciones que allí estaban las administraba el Sr. Liborio Echevarría, Gerente del Tren del Este, y las alquilaba muy barato. Achinelli arrendó así el cuarto No. 4 en $ 3,00 mensuales. Había nacido lo que sería la Parva Domus.

A varios amigos les interesó la idea; la población de la Parva Domus fue creciendo constantemente. Tanto, que al día de hoy los ciudadanos parvenses suman 843.196; si únicamente contamos a los vivos, la misma desciende a 239.

Rivas Zuchelli, uno de los primero parvenses, que era un ávido lector, estaba disfrutando del libro “Jack” de Alfonso Daudet cuando en sus hojas vio impresa la frase “Parva Domus Magna Quies”. Encantado, tomó un carbón del brasero y escribió esa frase sobre la puerta del cuarto N°.4. Cuenta la tradición que al atardecer Achinelli regresó de pescar con un humor de perros por su fracaso, así que, cuando vio la inscripción, la borró. Desde entonces, esa no fue la última vez que Rivas Zucchelli escribiera el nombre sobre los ladrillos del cuarto, y tampoco fue la última vez que Achinelli lo borrara con desdén. Pero un día, dos curas que paseaban por allí vieron la frase Parva Domus Magna Quies y la tradujeron así: Casa Chica Gran Reposo. Enterado Achinelli de su significado, le pareció que era profundamente adecuado al sentimiento que los unía, y con gran alegría ahora él mandó escribir la frase, ya no con carbón sino con pintura y, por suerte, Rivas Zuchelli no la hizo borrar.



Después vino la bandera. Achinelli sabiendo que en la Sociedad había compañeros blancos y colorados y que, a pesar de ello, allí se trataban como hermanos, diseñó una bandera que tuviera fondo blanco por la pureza, franjas azules por el mar que los rodea y letras rojas por ser el primer color del espectro solar de la Patria. Le entregó entonces el diseño a Gerónimo Machiavello, el que la mandó confeccionar. Un 25 de Agosto a las 4 de la mañana, veintitantos parvenses la izaron por primera vez en un mástil que con ese fin se colocó delante del caserío.

Y toda República debe tener su Himno. Luis Longhider compuso la música de la Marcha Parva Domus y Fermín Rojas escribió su letra, la cual fue cantada por primera vez por el tenor José Oxilia. La letra reunía claramente los ideales parvenses: Viva Parva Domus/ viva la alegría/ Gloria a la famosa/ mansión de la alegría/ Grandioso fue aquel día/ que impusiste la igualdad/ Ostentas majestuosa/ un cetro refulgente/ Tu faz habla sonriente/ de placer y de amistad.

Posteriormente se creó un museo que guarda centenares de piezas, entre las que se encuentran invalorables recuerdos de aquellos que compartieron una Tenida Parvense: Rubén Darío, Juan Zorrilla de San Martín, el Dr. Irureta Goyena, Eduardo Rodriguez Larreta, Isidoro de María, el compositor Toscanini, Eduardo Fabini, Grasso (autor del Pericón Nacional), entre otros.

La paz es preciosa en la Parva. Por ello, no se escatiman esfuerzos en recordar, en varios de los salones del edificio, una prohibición singular: en la República de Parva Domus se puede hablar de cualquier tema, con excepción de política o religión.